jueves, 10 de junio de 2010

24 Horas

Dedicado a: mi Mamá Lala.
"Quisiera verte siempre buena y cariñosa para decirte siempre niña hermosa''

Futuro. Seis letras que definen quién eres. La palabra más importante para mí a lo largo de este año. Aún más ahora, a un día de mi graduación. Tirada en mi cama, escuchando a Debussy, con las luces apagadas. Pensando que mañana a esta misma hora, estaré usando una toga y un ridículo sombrero. Rodeada por la conmoción de extraños, las lágrimas de mi madre y los silenciosos sollozos de mi padre.

¿Nerviosa? Algo. Soy una adolescente de 17 años. ¿Cómo dejarle tremenda decisión a un adulto joven? Durante 12 años, pensé en ¿qué es lo que haría después del colegio? Aún dudo de mi elección. Pero nunca se puede estar plenamente segura. Sólo espero no estar equivocada, porque sería lo único de lo que mereciera arrepentirme el resto de mi vida.

Debo alistar mis maletas. En dos días es el viaje de promoción. Cuarenta adolescentes reunidas en una misma locación celebrando el final del comienzo. Cuarenta hermanas celebrando una despedida. Un hasta pronto.

Manteniendo la luz apagada, desenchufo el radio y me desvisto en la oscuridad. Me engaño a mi misma, diciendo que puedo dormir. Mi cuerpo inerte de cansancio reposaba en mi habitación, mientras que con ojos ciegos miraba a través de la ventana las gotas de lluvia que caían diagonalmente. Mi cuerpo estaba ahí, pero mi mente ausente.

Amanecer con los ojos abiertos, no es despertar. Arrastro mis pies hasta la ducha. Un baño de agua fría, ¿refrescante?, lo que necesito es un calmante.

Las horas pasan, horas que no regresaran. Tiempo. El tiempo no tiene piedad, el tiempo no espera. Sentada frente al espejo. Espero a que mi emotiva madre termine de acicalarme. Esto es eterno. Mi padre, callado pero sensato, camina de pared a pared, con el ceño fruncido y una mirada ausente. Una lágrima empieza a recorrer su rostro. Su pequeña niña, ya está lista para dejarlos.

En el auto de papá, siempre en el asiento posterior. Siempre prestando atención a las cosas insignificantes. Los niños en la calle, jugando con la pelota, masticando chicle o sentados en una banca. Los vecinos ignorantes ante el acontecimiento más remarcable de mi vida.

Mi madre ya estaba en el auto, con ella traía su bolso con innumerable cantidad de pañuelos. Se acomodó en el asiento del copiloto y el auto empezó su marcha. Un Mercedes del ’90, me llevaba a mi graduación. Irónico, ese mismo auto me había transportado diariamente al jardín, la primaria y a la secundaria.

Terminó el viaje, llegamos al final del camino. Globos, manteles, flores, adolescentes vestidos de azul y padres al borde del llanto; sinónimo de graduación. Entro con paso inseguro para recibir la felicitación de mis maestros. Cada uno con características definidas a lo largo de los años.

Con una mirada pude apreciar la perfecta dedicación del comité de aula, para que esta noche sea inolvidable. Camino directamente a mi posición ensayada por un año y me preparo para mis minutos más largos. Ahora miles de ideas nublan mi juicio, miles de deseos. Pero lo único que un graduado quiere, es dar lo mejor de sí mismo. Probar que se es única. Probar que tantos años de estudio y dedicación valieron la pena.

Albert Einstein dijo...

Todos somos muy ignorantes.
Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.
Albert Einstein.

sábado, 8 de mayo de 2010

No Tengo Palabras

Dedicado a: mi mamá. Te amo.

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No tengo palabras, ni sé que decirte;
la hoja está en blanco, mi voz censurada.
En mi mente apareces y ya no te vas,
te miro conmigo, me llenas de paz.

No tengo palabras, no voy a mentirte;
no niego mi error y te pido perdón.
Estoy nerviosa sin razón, abrázame por favor.
Abro los ojos, me miras llorando.
No tengo palabras, ya estoy gritando.